Estoy, hoy, y me quiere acallar qué reverbero
Hoy estoy, voy a insistir, y me anclo o anido en
la somnolencia de unas velas
cuyas lumbres me deparan menos que límites,
irradiantes
descripciones y no menos ahítas imágenes
por escribir en la oscuridad misma,
en
el saber trabajosamente adquirido de la escritura al tacto.
Y en ese tocar me
afirmo, sobre ritmos maltorcidos y cuántos males derivados
extinguidos por ventura en este hoy ínfimo o alto
cuando salen las letras palpables del ciego fondo,
sin lucecitas vesperales o ilusorias.
Nada me cuesta continuar. O sea, por más
interdictos que disparen,
está la luz en plena luna nueva, está en los oscuros
intersticios,
se vierte siempre buena.
Vale su solo estar.
Por eso mismo contesto contra el aviso de que por
corte finado o mentido, se impida la respuesta.
Luz es luz, y aun aminorada, turbia o
entredicha, luz es luz y siempre acude, encandilante de temblor.
Vale por valor sumo entreverada en maravilla o
desencanto. Luz más luz brillando suma sobre el fondo asqueroso de tinieblas
podridas.
Qué cautivo interdicto u omisión habría de
soslayarla. Luz es luz en una arenisca turbia donde el artista esperó
misericordia, que, contra toda previsión de falsos y serpentosos, le llegó, apurando tardanza. Le llegó, alta y victoriosa.
aun si avisan que cortajeada onda alzaría sombra sucia.
Invencible luz. Vale y vale solo por nomás. Corte de luz o similares no nos escatiman, para lo que importa. Porque la tentativa de fumigadas vías y expectantes auroras, nos ha sido deparada como bienaventuranza a los que nos atrevimos a trepar, terrosos y secos pero plenos, para oír la voz despeñándose en firme ladera de alta sierra, múltiple montaña.