Un día que no puedo recordar
Un día, unas horas, minutos del reloj impávido
Un día que no puedo saber
Un día, sería un día, o minutos sumados incontables
que para formular en razón se atascan en un día
y quizá, o de seguro, no es un veinticuatro horas prolijas
sino la transición de huso a huso horario
de país a país e incertidumbres
donde anida quemada y sin explicación plausible
o sea, del aplauso de los entibiados patrañeros
la médula de un engaño en simulación continuada
cuya respuesta es enigma o, en contrario
remanida fuerza bruta irreverente
a las señales del camino, del astro consustanciado
en sus ruinas y perpetuidades
en sus recuerdos animosos,
No será entonces, por interdicta sajadura
el mundo querido sino la herida seca
de extravíos en vaya a saber qué oquedad
Como celebroso canto a yerma distancia.
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