Por la oscura avenida de Barracas
rotos los anteojos y perdida
la cadenita de jesucristos y del mercado de Bahía
indeleble tormenta descarriada y difuminado símil
de esclavo arracimado en letrina y apenas luz
tentando las paredes hasta el suelo
y la reja inaferrable (como voz que escapó a cuál empozado)
por manos ampolladas de roto sesgo
y peormente hecho
que no sale ni sigue a burlar guardia o destino
tan hundido como mi mismo yo
en la calle hojarasca de Barracas.
En la calle ojeada donde un alimento llega
mientras, no sin aviso, seguían su ruta
los pioneros habitantes de la zona
conocedores de manos truncas,
amparos interdictos, condenas anticipadas
y miserias pendientes a cualquiera.
Aun alertas a siemprevivos desmayos
a oquedades ávidas de luces camineras.
La luz está muy dentro de la oquedad.Hay que aventurarse a perderlo todo y penetrar en ella.
ResponderEliminarEStos versos parecen escritos para el día de hoy.La hojarasca está revoloteando en la calle.Otra vez es otoño.
Sí, la luz está muy dentro de la oquedad, esperanza que incita. Y es otoño, y se escribió en otoño.
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